El mortal inmortal y otras fantasías góticas es una muestra exquisita del talento oscuro y visionario de Mary Shelley más allá de Frankenstein. En esta colección, la autora despliega su capacidad para tocar los miedos más profundos del ser humano —el tiempo, la pérdida, el deseo de trascender— con una prosa densa, melancólica y al mismo tiempo hipnótica.
El relato que da título al libro, El mortal inmortal, es una joya breve y dolorosa sobre la condena de vivir eternamente. No es una historia de gloria ni poder, sino de hastío, de la lenta erosión de la identidad cuando se desafía la muerte. Shelley se adelanta a muchos temas que hoy siguen vigentes: la soledad existencial, el precio del conocimiento, la obsesión con el control del destino. El protagonista no se siente afortunado por haber vencido a la muerte; se siente atrapado en un bucle de memoria, desamor y culpa.
Los demás cuentos de la colección mantienen esa atmósfera crepuscular, donde lo sobrenatural no siempre se presenta con violencia, pero sí con una presencia latente que descompone lo real. Hay ruinas, sueños, pactos, apariciones, pero también una profunda reflexión sobre lo humano, lo frágil y lo inevitable. Shelley no necesita grandes monstruos; le basta con el alma rota de sus personajes para construir terror.
Más allá del género gótico, estos relatos funcionan como piezas de un mismo espejo roto: cada historia revela una grieta distinta de la naturaleza humana, siempre envuelta en una estética que mezcla romanticismo con desolación. Shelley escribe como si supiera que lo verdaderamente espeluznante no es lo que viene del exterior, sino lo que habita dentro.
El mortal inmortal y otras fantasías góticas es una lectura breve pero intensa, ideal para quienes buscan el lado más poético, reflexivo y sombrío del gótico clásico. Es Shelley en estado puro: delicada y letal, como una flor venenosa.
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