La vida de las marionetas es una novela que se presenta como ciencia ficción, pero late con corazón de fábula y alma profundamente humana. T.J. Klune toma elementos clásicos del género —androides, inteligencia artificial, un mundo regido por la lógica de las máquinas— y los convierte en el escenario perfecto para una historia sobre el amor, la identidad y la libertad emocional.
La premisa parte de una sociedad distópica donde los humanos viven bajo el control de androides, y en medio de esa frialdad tecnológica aparece un grupo de personajes entrañables que deciden rebelarse no solo contra el sistema, sino contra la inercia emocional. Entre ellos está Vic, el protagonista humano, y Hap, un androide con un pasado oscuro y una ternura que desarma. Junto a ellos, una pequeña familia elegida, compuesta por autómatas excéntricos, divertidos y sorprendentemente sabios, pone en cuestión qué significa estar vivo.
Klune no busca impresionarte con tecnología ni complejidad técnica. Lo suyo es más bien el calor que se cuela entre los engranajes. La novela está escrita con su estilo habitual: diálogos ágiles, humor empático y momentos de vulnerabilidad que se sienten auténticos. Hay una sensibilidad queer en el fondo del relato, no como bandera, sino como parte esencial del modo en que Klune entiende el mundo: diverso, roto, pero siempre reparable con afecto.
A pesar del título, aquí las "marionetas" no son solo los robots. También lo son los humanos atrapados por el miedo, la culpa o el deseo de encajar. Y es en esa doble lectura donde el libro adquiere su profundidad. No es una historia sobre salvar el mundo, sino sobre salvarse a uno mismo con ayuda de quienes te aceptan sin condiciones.
La vida de las marionetas es, en el fondo, un cuento de hadas posapocalíptico que cree, contra todo pronóstico, en la ternura como acto de resistencia. Klune reafirma que incluso entre ruinas y circuitos puede florecer algo parecido a la esperanza.
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