En Las mujeres y los niños primero, Alina Grabowski construye un universo íntimo y fragmentado que orbita alrededor de una tragedia: la desaparición de una joven llamada Birdie en una pequeña comunidad costera. Pero más que una novela de misterio al uso, este libro se adentra en los recovecos de la experiencia femenina, explorando cómo la pérdida, el deseo, la culpa y la memoria se entretejen en la vida de quienes rodeaban a Birdie.
Lo más notable de la obra es su estructura coral. A través de múltiples voces —mujeres de distintas edades, clases y vínculos con la víctima— Grabowski despliega un mosaico emocional que permite ver los distintos ángulos de una misma historia. Cada capítulo funciona casi como un cuento autónomo, pero juntos forman una narrativa poderosa y cohesionada, donde las piezas del rompecabezas se van encajando de forma sutil y emocionalmente devastadora.
La autora no se enfoca tanto en resolver el misterio de la desaparición como en mostrar sus efectos. El resultado es una atmósfera cargada de silencios, tensiones latentes y secretos no dichos, donde lo que se intuye muchas veces pesa más que lo que se revela. La violencia, tanto explícita como simbólica, atraviesa el relato, pero también lo hace la ternura, la solidaridad femenina y una crítica feroz al machismo arraigado en lo cotidiano.
Grabowski escribe con una prosa elegante pero contenida, que nunca busca el efectismo. Es una escritura que respeta la complejidad de sus personajes y les da espacio para respirar, incluso cuando están rotos o llenos de contradicciones. La novela se siente honesta, incómoda y profundamente humana.
Las mujeres y los niños primero no es solo una historia sobre una desaparición, sino sobre todo lo que queda después: las heridas abiertas, las verdades que se arrastran y el papel invisible que se impone a las mujeres incluso en el dolor. Es una lectura que incomoda y emociona, que deja huella.
Apóyanos para conseguir mas libros, dona un Cafecito
(Mercadopago es solo para Argentina)
0 Comentarios