No se van a ordenar solas las cosas es un libro que sacude desde el título. Nuria Labari ofrece aquí una colección de relatos que, lejos de buscar consuelo o respuestas fáciles, se adentran con lucidez y brutal sinceridad en las zonas grises de la vida contemporánea. Cada texto es como una pequeña bomba emocional que explora temas que suelen mantenerse en voz baja: el deseo, la maternidad, la precariedad, la ansiedad, la culpa, el amor no romántico y la soledad compartida.
La escritura de Labari tiene filo. Es directa pero sensible, íntima sin ser complaciente. Lo doméstico y lo cotidiano se convierten en escenarios de revelaciones incómodas, donde el caos de lo emocional muchas veces contrasta con la lógica fría de lo externo. Sus personajes —en su mayoría mujeres— no buscan ser ejemplares ni heroicas; simplemente intentan sobrevivir, comprender, armarse y desarmarse en un mundo que las empuja constantemente a ordenar lo que muchas veces no tiene forma.
Lo más potente del libro es su capacidad para incomodar sin dramatizar. Hay ironía, hay humor sutil, pero sobre todo hay una mirada inteligente sobre las exigencias invisibles que se imponen a las mujeres. Es un libro que no grita, pero sí habla con una claridad que desarma.
Cada relato tiene una vida propia, pero juntos componen un espejo roto en el que muchas lectoras —y lectores— pueden reconocerse. Es una obra para quien se atreva a mirar lo desordenado sin prisa por resolverlo, y a aceptar que muchas veces vivir consiste en sostener el caos con la mayor dignidad posible.
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