Dama Luna: La amenaza de Farside es una continuación tan despiadada como fascinante del universo lunar que Ian McDonald comenzó a tejer en Luna: Luna Nueva. Aquí, la Luna ya no es un escenario de ciencia ficción lejana, sino un campo de batalla corporativo, político y personal donde la ley del más fuerte —o del más inteligente— dicta las reglas.
En esta segunda entrega, la tensión no hace más que intensificarse. Tras el colapso del equilibrio entre las cinco familias que controlan los recursos lunares, el vacío de poder crea una atmósfera explosiva. McDonald nos mete de lleno en una guerra de influencias, venganzas y estrategias empresariales llevadas al límite, con personajes que se mueven entre la brutalidad y la vulnerabilidad con una maestría asombrosa.
La novela brilla por su construcción de mundo. La Luna no es solo el telón de fondo, es un personaje más: hostil, sin concesiones, regida por contratos y tecnología, pero también por pasiones humanas primitivas. El autor combina términos técnicos, ecos de culturas globalizadas y giros propios de la tragedia clásica para crear un entorno vibrante y peligroso. En este paisaje, las decisiones se toman con sangre, y cada movimiento tiene un precio.
Aunque la trama es densa y requiere atención, el esfuerzo se ve recompensado con una historia rica en capas, que combina acción, intriga y una meditación constante sobre el poder, la lealtad y la adaptación. Las mujeres tienen un rol especialmente potente: no como figuras accesorias, sino como líderes, estrategas y supervivientes, moldeadas por un entorno que exige dureza sin permitir la pérdida del alma.
Dama Luna: La amenaza de Farside no solo cumple como secuela, sino que eleva la saga a nuevas alturas. Es ciencia ficción adulta, compleja, política y ferozmente humana. Un libro que desafía al lector a entender no solo cómo sobrevivir en la Luna, sino a qué costo se construye un imperio en un mundo donde la Tierra ya no impone sus reglas.
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