En Fernando VII, Emilio La Parra López construye mucho más que una biografía: levanta un retrato inquietante del poder desnudo, una disección lúcida de uno de los monarcas más contradictorios —y quizá más nefastos— de la historia de España. Lejos de las versiones suavizadas o simplistas, el autor se adentra con rigor en la psicología del “rey deseado”, que acabó siendo el rey detestado, revelando no solo sus actos, sino las motivaciones y miedos que los alimentaron.
La narración no busca dramatizar al personaje ni absolverlo. Es implacable sin necesidad de ser cruel, y esa es precisamente su fuerza. La Parra muestra a Fernando VII como un maestro del engaño político, un hombre que supo manipular a su favor el fervor popular, para luego traicionar —una y otra vez— cualquier atisbo de libertad o modernidad en nombre de una monarquía absolutista asfixiante.
El libro no se detiene solo en los hechos conocidos: explora las zonas grises, las decisiones aparentemente pequeñas que, al acumularse, revelan a un rey obsesionado con el control, incapaz de asumir límites, y dispuesto a pactar con cualquiera que le garantizara mantener su trono, aunque fuera a costa del país que gobernaba.
Con una prosa clara y una estructura precisa, La Parra logra un equilibrio admirable entre el rigor académico y la narración envolvente. Lo histórico nunca pesa, y lo humano —esa mezcla de debilidad, vanidad y oportunismo— da vida a cada página. Fernando VII no emerge como una caricatura, sino como un símbolo: el de un tiempo perdido entre promesas rotas y regresos al pasado.
Este libro no solo ilumina a un personaje, sino que obliga a mirar de frente una etapa oscura de la historia española, en la que el miedo al cambio y el culto a la autoridad cerraron las puertas al futuro. Un retrato magistral de cómo un solo hombre, con poder absoluto y sin escrúpulos, puede arrastrar a toda una nación al estancamiento.
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